sábado, 17 de agosto de 2013

Me embriaga esta ciudad...

Luces. Luces demasiado brillantes. Luces que bailan con rayos tan grandes que no sé cuál es la más próxima a mi. Brillo. Brillo por todas partes. Reflejos. Reflejos de mi, de otras personas, reflejos de las luces en el parabrisas, en cada gota el resplandor. Luces rojas, verdes, blancas.
Smog. Humo de autos. Alcantarilla. Caldo de basura... si, asqueroso caldo de basura. Orines viejos en cada esquina. Vomito de borracho. Popó de perro. Más humo de autos viejos. Gasolina fresca. Aceite quemado de los autos. Frenos quemados. Aceite requemado del puesto de salchipulpos. Alcohol en el aliento de los chavitos de secundaria -seguro es de sus primeras borracheras-. Polvo. Humo.
Movimiento. Banches. Topes. Curva. Frena. Arranca. Frena. Arranca. Mi cabeza parece trapo, adelante, atras, adelante, atras, siento que mi cuello no tiene fuerza para detenerla. Otra vuelta. Mas baches... ese último huzo que la cena me subiera hasta la garganta... mi estómago se revuelve, todo quiere salir... salir por mi boca, mi nariz, por las orejas...
Esta ciudad me embriaga más que el vodka en secundaria, me atonta más que las drogas...me hace inutil.
Quiero volver a escuchar las olas y el viento, el olor del agua salada limpia y sin humo.

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