Extraño la soledad del bosque, la eterna compañía de los seres silenciosos que habitan en él.
El silencio...
Las hojas meciéndose en los altos encinos, el aroma fresco del verde, el sonido de mis pasos y el viento en mi cara.
El calor del pino quemándose en el fogón, el olor inconfundible del tascate al fuego, ese dulce sabor de un elote recién cortado, tierno y jugoso.
El aroma de una tortilla de verdad, hecha con maíz de verdad por las manos de Celia.
La risa de los niños y sus palabras secretas.
Extraño la privacidad que te brindan los bosques, ellos sí te permiten que estés contigo mismo, ellos sí te permiten encontrarte con tus pensamientos, ellos si te permiten escuchar a tu ser interior.
Vivimos esclavos de la tecnología, de los horarios, del precio de la gasolina, de la comunicación por medio de celulares, tememos al silencio, somos adictos a la música, al Internet, a la cafeína, al tabaco, a las relaciones, al drama, al smog, a las drogas, a los medicamentos... para curar un simple dolor de cabeza corremos a tomar algo de los estantes, no importa qué, pero algo que funcione a la de ya!... siendo que en la mayoría de los casos un poco de agua y un momento de tranquilidad sería suficiente para deshacernos de él, pero no podemos darnos el lujo de parar, no podemos dejar de producir, somos máquinas, nos medimos en rendimiento, tenemos que hacer más, cada vez más en menos tiempo, tenemos que correr para tomar el camión, apresurarse para encontrar buen estacionamiento, correr al médico porque hasta enfermarse es un lujo! apresurarse para hacer los pendientes a la hora de nuestro break para comer, correr para llegar a tiempo a trabajar, correr como todos y perder horas en el trafico, madrugar para alcanzar a hacer la mitad de las cosas que queremos hacer durante el día, así que al final del día te das cuenta que tu lista de cosas por hacer crece y crece junto a tu frustración y cansancio.
Por eso hay que tomarse un tiempo para huir... huir de todo lo externo y encontrarse a si mismo... si esto significa viajar, si esto significa meditar, rezar, si es deshacerte de malos recuerdos, si significa cambiar de trabajo, empezar de cero en un lugar nuevo, meterte a estudiar algo, aprender algo de arte (a tocar un instrumento, a pintar, esculpir...) si significa expresarte o bailar como loco o correr por el bosque, si huir significa nadar desnudo... lo que sea necesario para romper con esa rutina que te carcome el alma... ¡hazlo! y date cuenta que aún respiras... si, ¡estas vivo! ¡siéntete vivo!
A veces falta recordarnos a nosotros mismos que todo es una elección y aunque no elegimos lo que pasa al rededor de nosotros, si elegimos qué sentir, qué hacer y qué pensar con eso que pasa... si, tú elegiste levantarte temprano e ir a trabajar y cumplir con tus deberes dentro de la sociedad, ¡tú lo elegiste! o ¿acaso no recuerdas que te presentaste a una entrevista de trabajo para estar ahí? tus elecciones te han llevado a ser quien eres hoy. Las cosas no siempre son como quisiéramos, pero siempre se puede mejorar... tomate un momento para ti cada día, aunque sea para permitirte sentir frustración, aunque sea para llorar leyendo una novela, permítete sentir y ser ese ser humano tan complejo y olvídate de reportes, números y lo mal que está la economía... mejor habla con tu pareja y ríe con ella, ¡deja de sólo tener sexo y haz el amor con los sentimientos a flor de piel!... vela como si fuera la última vez que la fueras a tener a tu lado, porque nunca sabemos cuando eso será cierto... bésala rico, disfrútalo como cuando tenías 16 años... no dejes de hacerlo nunca, porque así es como envejece el espíritu, cuando olvidamos lo maravilloso que es estar vivos.
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